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Carta para un amor que no se quedó conmigo (respuesta)

18 Feb

Un día después de enviarle la carta, él le hizo llegar esta respuesta.

Hola Marianne.

Pido disculpas ante aquella escena que presenciaste, quería empezar por eso, pues aunque en algún momento la verías, no quería que fuese así. También me disculpo por invisibilizarte, nunca fue, es, ni será mi intención hacerte pasar penas de ese tipo.

Marianne, nunca ha sido mi propósito que te sientas derrotada, que sientas que todo lo que nos dimos fue en vano y que ahora no sos nadie en mi vida. Uno de los bálsamos a los cuales me aferro, ha sido el hecho que desde el primer día que estuve a tu lado hasta el último, nunca te falté al respeto y que te di (al igual que tú a mí) todo lo que yo soy, sin medir distancia, sin prejuicios ni pretensiones.

Lo que sucedió nunca (y quiero ser muy claro en eso) fue planeado, nunca creí que eso iba a pasar. Estaba contigo y tú eras la única causa de felicidad. No pienses en lo nuestro como algo que se perdió… no digas que lo que hicimos no valió la pena, no me hagas sentir más agobiado de lo que estoy.

He pensado mucho en el hecho, en los recuerdos nuestros y en los pequeños detalles que nos hacían prójimos. Estoy en un estado de letargo que no me deja actuar, es difícil escucharte así de triste. Sabes que te dije que esperaba no equivocarme con mi decisión, perderte por algo que no tuvo sentido sería la perdición.

Pero como bien lo sabes,  volver con ella es una incógnita que debo descifrar, no puedo pasarme la vida preguntándome qué pudo haber pasado, tengo que vivirlo, debo responderme a mí mismo a través del trasegar.

Una vez hablamos sobre la fidelidad y sobre lo desgarradora que puede (y debe) ser la verdad, una verdad basada en el respeto. En épocas tempranas de mi vida prefería esconder mis affaires mientras estaba en otras relaciones con el ánimo de mantener un ego y una doble vida, esperaba recibirlo todo y no dar nada, mantenerme en un círculo de mentiras e intimidad versátil.

Contigo Marianne aprendí que la verdad es más compleja, se basa en el respeto. A ti y a tu fibra tan genial les debo venias eternas porque fue contigo con quien apliqué la honestidad más brutal, esa honestidad que, aunque me tiene triste, me mantiene tranquilo al decirme a mí mismo «hice las cosas de manera correcta».

No pude brindarte una relación como estábamos acostumbrados a hacerlo pero no me hagas sentir que esto fue en vano al decir que tú no pudiste ser. Tú eres genial, la palabra en sí lo dice todo Marianne, lo has sido y lo serás no importa a dónde nos lleve la marea. Que me ofrecieras tu esencia, sin ambages ni presunciones, me parece lo más valioso y duradero. En eso siempre te estaré agradecido.

También debo decir que me embarga una sensación de tristeza, no solo porque te sientes triste ante el peso de mi decisión, sino también por tu ausencia. No pasa un día en el que no piense en ti y en nuestros recuerdos mutuos, en la felicidad que me dabas.

Ojalá no me arrepienta de la decisión que tomé, puede que sea tarde si eso sucede. Pero como bien te lo he dicho, me siento en la responsabilidad de averiguar qué puede pasar. Lo lamento, lo lamento en lo más profundo de mi ser. Nunca hubiese querido que esto nos pasara… nunca.

Por ahora puedo decirte que siempre estás conmigo, que pensarte me reconforta, que no me arrepiento de haberte conocido y que nunca le he negado a nadie que a tu lado fui feliz.

Thousand kisses deep… always.

La historia sigue aquí