Estas palabras me las encargó una mujer privada de la libertad, querendona y alegre. Esta correspondencia salió de la prisión de Medellín hacia un pueblo de tierra caliente, buscaba un poco de calor, quizás una visita, tal vez una respuesta, algún gesto de amor de los hijos, los nietos y los bisnietos. Este es el octavo capítulo de la temporada de Cartas de puño y reja del podcast de Cartas a la Carta:
Carta desde el patio de la tercera edad
2 OctCarta para recuperar la calma
4 AgoLes comparto el quinto capítulo de la temporada de Cartas de puño y reja del podcast de Cartas a la Carta.
Carta para la novia en la misma cárcel
30 JunLes comparto la segunda carta del epistolario de cárcel. Aquí sigue una temporada de Cartas de puño y reja. Saldremos los jueves cada quince días a las 8:00 p.m. La próxima semana lanzaremos la tercera carta.
Canción de cuna
2 AgoHace un par de años hice un video experimental. Lo recuerdo hoy, en un día de sol, cielo azul, bonito pero de encierro. Sumamos otro día de confinamiento, de paisaje en blanco. La pandemia nos puso en el lugar de los presos. Esta podría ser una videocarta para añorar esos tiempos de libertad.
Los himnos son canciones que aprendemos cuando somos niños. Los cantamos desde entonces por inercia. El diccionario define la palabra himno como una composición poética para expresar júbilo o entusiasmo, para celebrar victoria o un suceso memorable.
Esta propuesta experimental parte del himno antioqueño, lo interpreta de otra manera, lo traduce, hace una mezcla entre texto, imagen y música. Invita a tararear un lamento, a pensar en nuestras tragedias, fracasos y olvidos. El himno antioqueño, esa canción de cuna paisa, puede ser entonces una elegía más de Colombia.
*Selección oficial Vártex 6 /Muestra de Videoarte y experimental
*Selección 3 Festival de Cine de Jardín/ Caleidoscopio
Dirección/ producción/ montaje
Carolina Calle Vallejo
Producción musical
Sara Zuluaga
Arreglos e interpretación
Esteban Mora
Mezcla de sonido
Juan Sebastián Sierra
Cámara
Pablo Tobón Gallo
Música
Himno antioqueño
Composición
Gonzalo Vidal
Letra
Epifanio Mejía
Cartas de rejas pa’ dentro
23 JunA estas letras las soltaron en la biblioteca de la cárcel de mujeres de Medellín. Las reclusas que las dejaron salir querían liberar pensamientos, zafar nudos, aflojar enredos. Les propuse coger papel y lápiz, respirar y dejar fluir sin pensar en la forma, escribir lo que estuviera a la mano, rondando en la cabeza, acelerando el corazón o revolviendo el estómago. Bastó este impulso para que la página en blanco tuviera el color de una carta que toca fondo, que sale desde adentro, buscando salidas pero sin pretender respuestas.
Carta a un novio que ya no está o que está pero desde el cielo
Amor mío, anhelo tu sonrisa, anhelo tus lloros, anhelo tus palabras, tus insultos y todo lo que compartíamos. Quiero encontrarte en mi rinconcito de la cama y aún al despertarme me acompaña solo la soledad.
Un día no esperado te arrebataron de mi vida quedando sola sin a quien esperar…
Algún día será
Como ya sabes… acá el tiempo no es suficiente…
Espero tener algún día el reloj a mi favor para tener el tiempo preciso y perfecto para decirte todo lo que mi alma siente por la tuya.
Hija ausente
Hija hermosa quiero pedirte mil disculpas por todo el daño que te causé, sé que cometí muchos errores y ahora que estoy privada de mi libertad, he aprendido a valorar más la vida y a todas las personas que me rodean. Hija sé que en el lugar que estés siempre estás a mi lado cuidándome para que no me cause ningún daño, tú eres mi angelito.
Gracias por estar siempre conmigo a pesar del daño que te causé y de que yo no te podré ver de nuevo.
Palabras en escala de grises
No sé ni qué escribir, tengo mi mente en blanco, solo en ella están mi familia mis hijos mi esposo y ya estar en este lugar hace que todo se vuelva aún más gris donde pierdo la noción del tiempo donde solo piensas en salir.
A la madre que me espera
Esta carta es para esa mujer buena y entregada a los hijos y hogar: mi madre.
Hoy y siempre quiero decirte que te amo con todo mi corazón, extrañarte es poco para lo que siento en estos momentos. Eres un ser maravilloso y gracias por tantos momentos vividos a tu lado. Nunca se cortará ese hilo que nos une a las dos.
A quien interese
A quien interese
Saludos,
Yo, una mujer con muchos talentos por explotar pero presa, inocente, me siento atada, muerta en vida, como un animal enjaulado, buscando una solución que no encuentro, pensando en mis hijos y en la vida que me tocó vivir. Sola y con unos hijos sufriendo, también solos, aunque hay un Dios.
Al fin los seres humanos tenemos frenos.
En pocas palabras
Ahora que aprendí lo que en realidad tiene valor no me da pena pedir perdón. En mi sobriedad sé que fallé una y mil veces.
Perdón.
Gracias.
Carta a un padre desde la prisión
21 JunEsta carta salió de la cárcel de mujeres de Medellín en una mañana fría y de cielo gris. La escribió una interna que hizo parte del taller de escritura de cartas que ofrecí en octubre de 2019.
Su padre es el destinatario. Lo perdió. Ya solo existe en su memoria, en ese mundo de antes en el que era libre. En su caso, el taller sirvió para dejar salir palabras guardadas y para continuar el proceso de dejar partir.
La leyó en voz alta, delante de un círculo de mujeres, cuando terminó de leerla se le zafó un suspiro, después apareció una sonrisa que parecía un rayito de sol, un indicio de calor, un presagio de libertad.
Amado y extrañado papá…
Tus alas ya estaban listas para volar pero mis ojos nunca estuvieron listos para verte partir…
Lamento no haber escuchado tus consejos, haber perdido tanto tiempo haciendo cosas que no debía, en vez de haber disfrutado de tu presencia.
No te imaginas la falta que me haces pero tengo que continuar y dejarte partir sin dejar de amarte.
A la salida nos vemos
22 EneEsta correspondencia va para una lectora de Cartas a la Carta que hace varios meses llegó involuntariamente al blog y por cosas de la vida se quedó enganchada. La semana pasada me escribió por primera vez y me compartió su historia (que no voy a contar). Y pues nada, hoy simplemente me salieron estas letras para ella y por acá se las comparto.
Hace muchos años sentí el llamado de la prisión. Lo escuché, no me hice la boba porque era fuerte y aturdía, entonces toqué las puertas de un penal. Me abrieron las rejas y fue justo allá entre hombres encerrados cuando comenzó mi búsqueda por el significado de la libertad.
Trabajé adentro con los presos, afuera con las alquiladoras de chanclas y ahora alrededor de sus historias que he escrito y filmado. Ocho años después de mi primera entrada a la cárcel Bellavista, tengo algunas respuestas y ya comprendo un poco la relatividad de esa palabra de ocho letras.
Ya sé algo de esas otras prisiones que traemos por dentro o a cuestas y sobre esa libertad del espíritu que podemos sentir donde sea cuando somos conscientes de la vida que tenemos y del tiempo que nos queda.
Hace poco volví a entrar a una de máxima seguridad de Estados Unidos gracias a la escritora colombiana Laura Restrepo que me presentó a través de sus letras a uno de los personajes de su última novela Hot Sur.
Y aquí te dejo un fragmento de la página 189 de su libro, una reflexión de una mujer presa sobre el tiempo y el encierro:
“(…) no puedo saber si afuera llueve o hace sol, si es de día o de noche. El tiempo solo existe en el reloj redondo que me mira desde el fondo del pasillo, y que al fin y al cabo es como si no estuviera, total si nada cambia, si todo se repite, qué voy a ganar con estar consultándolo.
Mejor dejar que él solo dé sus vueltas y más vueltas, si aquí el tiempo no existe, no sirve para nada, el tiempo es solo espera de algo que no llega. Digamos que aquí las horas corren hacia atrás, hacia el pasado, y que no pasan los minutos, solo pasan los recuerdos.
Todos los recuerdos, que para mí son muchos. Demasiados, diría yo. Se van acumulando unos sobre otros hasta que no caben conmigo en mi celda, ocupan mi espacio, se chupan mi aire, me roban la paz. O salgo de todos ellos o me salgo yo y los dejo ahí dentro”.
Con este pedacito quiero decirte que es hora de salir, de quitar las esposas que le pusiste a la memoria, de zafarte de recuerdos y de fugarte de esa nostalgia que a veces es tan tramposa y solo es atadura.
Vos, que estás afuera, que no tenés que esperar, que podés atravesar la puerta y mirar si hace sol, si hay cachitos de luna, ya no es hora de repasar, es tiempo de mirar el reloj, es justo el momento de hacer historia.
A la salida nos vemos…
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