A ella la pandemia le mostró otra perspectiva de su historia. Esta es una carta de despido para él, para pedirle que se vaya. En esta época de cuarentena concluyó que eso que los unía ya no era amor, que eso que tenían ya no era vida.
Algo bueno que me ha dejado esta pandemia es abrir los ojos, poder cotejar mi vida antes y después de este acontecimiento. A todo el mundo le cambió la vida. En redes sociales la gente publica fotos de cuando iban a fiestas y a conciertos, de cuando fueron espectadores y turistas. Hay una añoranza generalizada por lo que podían hacer y ya no.
Qué tristeza reconocerlo pero a mí no me cambió tanto el panorama. Me pesa y me remuerde saber que, con la cuarentena y el encierro obligatorio, yo no sienta la diferencia entre el pasado y el presente. Esto me sirvió para darme cuenta de que vos y yo vivíamos confinados. Nuestra relación dejó a un lado a los amigos y a la familia, éramos dos seres aislados y encerrados en nosotros mismos.
La verdad es que siempre lo pensé, pero apenas lo escribo y lo digo: sos un mezquino. Ahora veo que sos un tipo que no se da, que escatima, que ahorra en exceso, no solo dinero sino detalles, afectos, palabras. Siempre me sacaste excusas o te inventabas razones de peso cuando te proponía salir de paseo, andar la calle, darnos gusto, comer en un buen restaurante, planear un viaje, compartir con vos el mundo y no solo la casa.
Alguna vez dijiste en público que ibas estar conmigo en la salud y en la enfermedad, en la prosperidad y en la adversidad, en la riqueza y en la pobreza, pero eso fue tan solo una promesa a medias. Cuando lo tuvimos todo, vos decidiste estar a la mitad y guardarte. Estabas en lo malo pero yo te necesitaba también en lo bueno. No me perdono ni te perdono que no hayás querido compartir conmigo cuando la vida era posible.
Me conformé con el tedio. Cuando podíamos estar afuera, vos y yo estábamos adentro, en un encierro voluntario. Me adapté a tus pasatiempos. Televisión y juegos de mesa. Eso era el amor conmigo, un pretexto para matar el tiempo. Y el tiempo es lo que menos debe matarse. El tiempo lo viven matando los presos en las cárceles pero nosotros estábamos libres. El tiempo es la vida y la vida con vos es pura rutina.
Hubiera preferido recordar la vida en movimiento que hicimos juntos y no la lista de series y películas que nos vimos. En un futuro, cuando pase esto, pienso ser otra y tener otra vida. Pasar más tiempo afuera, estar bajo el cielo descubierto, compartir más con los míos, viajar, volver a ser lo que era antes de conocerte.
No quiero lamentarme, como ahora, de todo lo que dejé de hacer cuando sí se podía. No quiero ser prisionera de esta relación que ya solo es una mala costumbre. Yo estoy a tiempo de buscar con quién replantear la vida, mi libertad. Por eso y por todo lo demás, quisiera que te fueras.
Comentarios recientes